Partimos desde Compacabana hacia Isla del Sol, la verdad, si saber bien con que nos encontraríamos, lo único que sí sabíamos, era que habría una subida muuuuy empinada al llegar y que por eso no teníamos que llevar todo el equipaje, solo llevamos una mochila y partimos. La isla está dividida en dos partes, la parte Sur y la parte Norte. Llegamos a la parte Sur, y si, la subida era terrible, pero ya veníamos aclimatándonos de la subida del día anterior. Nos encontramos con un poblado muy lindo, todo sobre ladera, todo de piedra y con unas vistas impresionantes. En la subida, cruzadas con cabras, burros, pobladores y turistas.
Al llegar a la cima de la Isla, la vista se transformó en algo impresionante, ya que como contamos antes, la inmensidad del Lago Titicaca es impactante y verlo en 360° es muy lindo. Pasamos el rato averiguando hoteles y posadas, hasta que nos hinchamos un poco y nos sentamos a tomar algo en un barcito impresionante, viendo el atardecer.
Al llegar a la cima de la Isla, la vista se transformó en algo impresionante, ya que como contamos antes, la inmensidad del Lago Titicaca es impactante y verlo en 360° es muy lindo. Pasamos el rato averiguando hoteles y posadas, hasta que nos hinchamos un poco y nos sentamos a tomar algo en un barcito impresionante, viendo el atardecer.
Mismo ahí, nos decidimos por el hotel de al lado, ya que estabamos muy cansandos. El hotel, una habitación con vista directa y terracita, impagable.
A la noche decidimos salir a comer algo y nos encontramos con la grata sorpresa que en el poblado no había luz en las calles, por ende, una terrible noche de estrellas en el medio de la nada, comidita a la luz de las velas, vinito y a dormir..
Al otro día, luego de un rico desayuno, partimos en una caminata la cual sería de 8 kms, para llegar a la parte Norte de la Isla, que a diferencia de la Sur, es sobre el nivel del Lago según nos cuentan. La caminata resultó muy agradable, pasando por poblados y conociendo gente.LLegamos al norte de la isla, y quedamos impactados al ver la playa desde arriba, imaginabamos nos esperaba el merecido descanso de playa y sol.
El pueblo mismo, con sus escasas cuadras y sus dos costas al lago, lo hace algo extraño y algo laberíntico.
En una de las perdidas por las callecitas, nos pusimos a hablar con un poblador, que nos contó ciertas cosas que fueron pasando en Bolivia en los últimos tiempos, como ser que los indígenas (ellos son Aymaras), antes no podían ni siquiera ingresar en oficinas públicas, ni bancos, que iban al pueblo y tenían muchas restricciones; y que hoy tienen "...los mismos derechos..."
Despues de dos días desconectados en la isla, partimos nuevamente en la lancha hacia Copacabana, para luego continuar nuestros capítulos en Perú...